Entrevista con la Maestra Gladiola Orozco

Bailar a ritmo del perdón


Por Gustavo Emilio Rosales




Es la noche del lunes 2 de marzo. Donde me encuentro yo está a punto de caer una tormenta. Donde se encuentra ella todo se escucha calmo, como después de una tormenta.  Al menos así lo parece en el ámbito un tanto irreal del teléfono…

- Buena noche, Maestra, ¿cómo se encuentra?

- “Estoy bien… En medio de este universo tan difícil cada día”.

Su voz es suave. No diría cansada, pero sí fluida. Proyección de la misma fluidez con que la Maestra Gladiola Orozco explica en entrevista su parecer acerca de lo que ya es pasado: el plagio que María Juncal dispuso en Bellas Artes bajo el nombre de El encierro de Anne Frank,  a partir de una obra suya que data de 1995, Ana Frank.
                “Ha sido algo que me impactó. Usted bien sabe cuánto he querido a mis obras, desde que las imaginé. Todas tienen un valor especial para mí, como proceso y como resultado creativo. Las adoro. Adoro a mi Ana Frank tanto como a Icaro, tanto como a Antonieta Rivas Mercado (La Antorcha, hija de El Ángel)”, comenta Orozco.
                La Maestra se refiere a algunos de sus principales coreodramas, género que comenzó en 1982, con el estreno de la obra Ícaro, resultado de una labor de investigación y composición de varios meses, junto con el virtuoso bailarín Javier Salazar, ya fallecido. El coreodrama –así bautizado por la propia coreógrafa, ex directora de Ballet Teatro del Espacio, compañera de vida y profesión del Maestro Michel Descombey, fallecido en 2011– es fusión equilibrada de dramaturgias de danza y teatralidad, pero también contiene discursos emanados de la propia biografía del intérprete, los cuales emergen a partir de un detallado proceso de autoconocimiento, orientado desde perspectivas artísticas, no terapéuticas.
                “Un pleito al respecto de la autoría de mi obra puede ser prolongado. Y yo no tengo mucha salud para discutir más, para pelear más. En pláticas con los  representantes de esta señora (Juncal), se llegó al compromiso de que ella tenía que darme crédito como autora de la fuente de inspiración, de aquí en adelante. No tengo salud para lograr más. Debo concentrarme en un libro que estoy preparando y que saldrá a la luz muy pronto”.
                Después de este comentario, la Maestra Gladiola Orozco deja claro que las autoridades del INBA suscitaron un espacio de diálogo entre ella y los representantes de Juncal, con las opciones de llegar a un acuerdo o, incluso, cancelar la función.
                “María Juncal es buena bailaora. No tenía que hacer lo que hizo, pues estuvo mal y me molestó. Bellas Artes, como institución, me dio amparo, sentí que estaba de mi lado, pero yo jamás me habría atrevido a cancelarle la función a nadie. En este medio todos deberíamos considerarnos como compañeros, compañeras, y tener un sentido ético. Mi sentido ético no me permite actuar en contra de nadie y esto es algo que yo compartía absolutamente con el Maestro Descombey".
                “Imagínese, me hubiera sentido muy mal de interrumpir a una persona que se prepara para dar una función. Creo que el resto de mi vida no hubiera podido dormir tranquila, pues el peso de un acto negativo en contra de un colega siempre me hubiera acompañado. Mejor así. Yo sólo quiero recordar que el maestro, a su modo, me acompaña y quiero estar bien con la vida. Si cada uno de nosotros tuviera siempre conciencia plena de sus actos, el mundo no estaría como está".
                Permanezco en vilo. Me percato de que la Maestra nunca no ha dejado de enseñar, de enseñarnos. Me percato de que la danza trasciende por mucho el mero acto de bailar: que es una filosofía, una ética y, por tanto, un camino de vida. En este orden de ideas, recuerdo que la maestra Orozco siempre fue partidaria de sostener el valor de la memoria como cimiento de la precaria trascendencia que la danza pudiera alcanzar. En un artículo escrito por ella en 2007, dedicado a honrar logros de bailarines y coreógrafos fallecidos, publicado por Revista DCO, dejó constancia de ello (leer aquí el artículo de la Maestra Orozco: http://dcoestudi5.blogspot.com.ar/). Hoy deja constancia de lo que significa un concepto tan antiguo como valioso, frecuentemente olvidado: el perdón.
                “Lo que he vivido recientemente ha sido muy difícil: el proceso que dio fin a Ballet Teatro del Espacio, la enfermedad y muerte del Maestro Descombey. No sé cómo he resistido, a veces tranquila, a veces triste. Sin embargo, como homenaje a quienes he amado y me han amado, tengo que ser fuerte”, concluye.


Contextos y demostraciones

Televisa, la empresa privada más poderosa de México, que avanza sin bloqueo a tomar las riendas del control de la Nación, por encima del Estado; el Instituto Nacional de Bellas Artes, inmerso constantemente en polémicas que se desprenden de que la discrecionalidad de sus funcionarios es directamente proporcional a la vejación de los derechos de creaciones, creadores y acervo simbólico de índole comunitaria; la Maestra Gladiola Orozco, figura protagónica de la danza contemporánea mexicana, quien un día reciente descubre que una obra suya ha sido firmada por otra persona y está en camino a presentarse en el recinto cultural más importante del país; y María Juncal, quien copió sendos fragmentos de la pieza original de Orozco, intentando hacerlos pasar como inventiva original, hasta que fue detectada por la propia autora y allegados. Estos son los ingredientes de un amargo cóctel que sin exageración podríamos denominar como “el relato de la cultura mexicana progresivamente convertida en baldío”.

María Juncal, más que una bailaora española, es una bailaora nacida en una isla autónoma de España, cuya trayectoria profesional tiene una deuda impagable con México, país donde ha escalado: de hacer seminarios y presentaciones discretas, logra recientemente ubicarse en el Teatro del Palacio de Bellas Artes. El Instituto Nacional de Bellas Artes la programa allí, como resultado de negociaciones hechas con los promotores Javier Gallástegui Contreras y María de Lourdes Garza González Vélez, esta última empleada de Televisa en calidad de “consultora de telenovelas” y contacto de Cuauhtémoc Nájera, Coordinador Nacional de Danza del INBA.


La función en Bellas Artes, en la que Juncal presentó el estreno en México de una pieza llamada El encierro de Anne Frank, se realizó en el marco de una temporada internacional de flamenco, en la que participan dos figuras de calidad y estirpe artística indiscutibles: Sara Baras y Mercedes Winy Amaya.
       La nota amarga del ciclo la emiten diversas voces de alerta, antes del estreno mencionado: María Juncal ha copiado partes significativas de una coreografía original de Gladiola Orozco, sin darle crédito. Es la propia ex directora de Ballet Teatro del Espacio quien sale al cruce y, en varios medios de alcance nacional, declara “no es que sea parecidito, es plagio”.
                No hay duda. Juncal ha realizado un fraude al intentar hacer pasar como suyas estructuras fundamentales de una dramaturgia coreográfica ajena, sin acreditarlas como corresponde. Las autoridades del INBA suscitan un campo de diálogo entre los protagonistas del conflicto: llegan a un acuerdo o se suspende la función. La maestra Orozco concede el perdón a Juncal, con tal de que en esta función, y en lo sucesivo, aparezca en los programas y campañas de difusión correspondientes la leyenda “basada en la obra original de la Mtra. Gladiola Orozco”. La “consultora de telenovelas” de Televisa y promotora del programa encomienda la fabricación de placas conmemorativas de metal, donde aparece el crédito que se intentaba escatimar; las otorga después de la función, en un céntrico hotel, con la complicidad de las actrices Pilar Pellicer y Marta Zamora, a modo de ritual de absolución.
                Gracias a sus contactos en Televisa, María Juncal pudo rodearse de una cobertura mediática sin precedente en la esfera de la danza nacional (ni siquiera Guillermina Bravo obtuvo tal repercusión en prensa para alguna de sus obras). La bailaora tuvo notas en todos los diarios, incluso en los de izquierda. Participó en emisiones de radio y sostuvo entrevistas en televisión, con Loret de Mola, Maxine Woodside y Cristina Pacheco, entre otros. Un fragmento de la entrevista con Pacheco, que puede verse completa en Youtube (http://goo.gl/2yDvJK), desvela el combo defachatez/ignorancia mezclado en el conflicto (la transcripción es literal):

- Cristina Pacheco: “…pero hay que decir algo, María: tú viste una primera, una versión digamos, en danza moderna hecha por Fabiola y por su esposo, Decombey…”.

- María Juncal: “Mmjú… De hecho…”.

- Pacheco (quien recibe una indicación por el apuntador electrónico): “Fabiola Orozco, por supuesto, es que es una gente muy conocida para nosotros”.

Juncal: “Muy conocida y para mí muy querida además. Efectivamente, la maestra Gladiola Orozco… De hecho esta obra está basada en el guion original de la maestra. Los primeros pasos del encierro de Ana Frank son de la mano de la maestra.. y de… del maestro Michel”.


      Sin embargo, Gladiola Orozco y sus allegados se sorprendieron cuando vieron que Juncal había copiado estructuras dramatúrgicas de la obra de Orozco sin autorización. La maestra mexicana denunció ante la prensa el hecho, como ya se ha documentado extensamente en medios importantes, como los periódicos Excélsior (http://goo.gl/YWnc0N)  y Reforma (http://goo.gl/F9cDNG). El segundo diario probó que Juncal se había presentado anteriormente en Holanda, con este mismo programa, sin dar crédito alguno a Orozco (http://goo.gl/sttC0y). En su sección Planeta Danza, publicada en el suplemento Expresiones, de Excélsior (http://goo.gl/goCfQ9), la crítica Rosario Manzanos plasmó el sentir de la Maestra Orozco el día 26 de febrero del presente 2015, horas antes de que Juncal ofreciera en Bellas Artes el programa por el cual cobra, de acuerdo con un dossier publicado en el sitio de promoción internacional Flamenco Routes (http://goo.gl/Ob8cvT), la cantidad de 7700 euros, libres de impuestos y de gastos de traslados, alojamiento y alimentación: “Por supuesto que no pienso ir a ver la función de la señora María Juncal. Utilizó mi obra literalmente para hacerse la suya y apenas si logre que cuando menos se pusiera que se basó en mi coreodrama. No pienso hacerme mala sangre. Y como se ve que la señora (Juncal) suele pasarse de lista, no vaya a ser que quiera usarme una vez más, señalando que yo estoy allí y tratar de legitimarse con mi presencia. Me doy por bien servida con las pruebas que se han publicado. Más claro no puede ser”.

El silencio de los no inocentes
Inmediatamente después de haber publicado, en el fan page de Revista DCO en Facebook (con réplicas a varios grupos y a mi página personal), un artículo acerca de este conflicto, titulado Robo a la maestra Gladiola Orozco es también robo a la Nación, me escriben varias personas diciéndome que no es la primera vez que Juncal defrauda u ofende a personas y conjuntos de trabajo en México. Noto que el denominador común en estos comentarios es rabia e impotencia (no menos que la que debió haber experimentado la Maestra Orozco), pero también miedo: nadie se atreve a documentar con precisión su experiencia. “Si alguien más habla, yo también lo haré, no quiero ser la única”. Comprendo entonces: se siente intimidada por alguna improbable represalia. Horas después, María Juncal me escribe por mensaje privado, invitándome, con mayúsculas, a moderar mis términos, “PUES CON MUCHOS DE ELLOS INCURRES EN IMPRUDENCIAS GRAVES SUSCEPTIBLES DE MUCHAS ACCIONES”; ganas me dan de explicarle que las consecuencias de mi redacción sólo pueden acarrearme represalias de dos tipos, clandestinas y legales, y que para afrontar ambas me encuentro preparado; pero, en su lugar, intento ser conciliador y le ofrezco entrevistarme con ella: así podrá fijar de viva voz su postura acerca del conflicto, aclararlo. Se niega a esto.
                Me percato enseguida que protagonistas del ambiente, también en Facebook, se han quejado del plagio de Juncal. Los representantes de la productora de flamenco Akais Chindos, redactan un post alusivo al conflicto, que remata de la siguiente forma: “En 2013, esta casa productora había creado un proyecto junto a dos grandes artistas para julio de ese año, mismo que fue plagiado por la misma persona, y que logra hacerlo de nuevo pero ahora hacia Gladiola Orozco Avila. Error nuestro el no haberlo denunciado... Lástima, por que volver la vista hacía atrás ya no sirve de nada, ni modo... "Entre algunos flamencos te veas". Te pasaste INBA (sic)”. Por su parte, Jessica Sandoval, la bailarina que creó hace una década la pieza Ana Frank, bajo la dirección y autoría intelectual y dramatúrgica de la Maestra Orozco, lamenta: “Jueves 26 de febrero estará María Juncal con Ana Frank el Encierro, yo estrené Ana Frank de Gladiola Orozco en 1995, después de 1 año de trabajo de laboratorio (sic)”.
                Busco a varias personas que pudieran rendir su testimonio, por mensaje directo. Algunos no responden, pero me doy cuenta que han observado mi mensaje. Insisto, apuntando que, por supuesto, son libres de negarse a declarar, pero que, en todo caso, me hagan saber si esta es su opción. Algunos siguen sin responder, otros, como los representantes de Akais Chindos, comienzan a hacerlo. Noto que, pese a la tensión que una declaración pública implica, la gente ya no quiere seguir en el silencio; observo que la gente quiere dejarle el silencio al funcionario, a la institución. Esa clase de silencio que emitieron los funcionarios Nancy Yarelin León y Cuauhtémoc Nájera cuando solicité vía email una entrevista para aclarar la posición de la Coordinación Nacional de Danza al respecto del plagio. El mismo silencio de la directora del INBA, María Cristina García Cepeda, quien se negó rotundamente a declarar al respecto.
                El silencio en lo público silencia a las personas, a sus conflictos principales y abona el territorio para que la corrupción florezca en número y diversidad. El silencio en lo público produce “verdades históricas” fabricadas a modo, para ocultar a conveniencia todo aquello que podría amenazar el statu quo. En este sentido, la crítica, en primera instancia, es un ejercicio de la inteligencia y la memoria en contra de este tipo de enmudecimiento castrante; es un ejercicio de lúcida presencia, pero siempre ha sido mal vista en la danza mexicana: no se enseña en las escuelas ni forma parte de la flaca oferta académica de ciclos y festivales; se le vilipendia cuando se lleva a cabo en ámbitos periodísticos y no se inculca como elemento constitutivo de los procesos de creación. Las consecuencias saltan a la vista. (Primera de dos partes)


Fotos:

1.- Gladiola Orozco, por Gilda Roel.

2.- María Juncal, dossier en Flamenco Routes.